En un mundo lleno de desafíos y cambios constantes, hay una promesa que ha perdurado a lo largo de los siglos y que sigue siendo una fuente de consuelo y esperanza para millones de personas en todo el mundo: la venida próxima de Cristo.
A lo largo de la historia, las Sagradas Escrituras nos han recordado repetidamente que Cristo regresará y traerá consigo un tiempo de renovación, restauración y bendición. Esta verdad eterna nos impulsa a mantenernos firmes en nuestra fe y a enfrentar cada día con un sentido profundo de optimismo y expectación.
En el Libro de Mateo, capítulo 24, versículo 44, Jesús nos insta a estar preparados, ya que «porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora en que no lo esperéis».
Esta afirmación nos recuerda que la venida de Cristo no se encuentra atada a un momento específico en el tiempo, sino que debemos mantenernos alerta y listos en todo momento.
La incertidumbre de la hora exacta es un recordatorio constante de la necesidad de vivir nuestras vidas en constante comunión con Dios y en obediencia a sus enseñanzas.
Reflexión de Cristo viene
A pesar de los desafíos y tribulaciones que podamos enfrentar en este mundo, la promesa de la venida de Cristo nos llena de esperanza. En Libro de Apocalipsis, capítulo 21, versículos 3-4, se nos revela un futuro glorioso:
«Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron».
Esta visión de un mundo sin dolor ni sufrimiento, donde Dios mora directamente con su pueblo, es una fuente inagotable de consuelo y motivación. Nos recuerda que, sin importar las dificultades presentes, hay un futuro eterno de paz y alegría que nos espera.
Esta promesa no solo transforma nuestra perspectiva sobre las pruebas actuales, sino que también nos motiva a vivir de manera altruista y a compartir el mensaje de esperanza con otros.
La venida de Cristo también nos impulsa a vivir con un sentido renovado de propósito y responsabilidad. En el Libro de Mateo, capítulo 25, Jesús comparte la parábola de los talentos, donde enseña la importancia de utilizar los dones y recursos que Dios nos ha dado para su gloria.
Esta enseñanza nos motiva a invertir nuestras vidas en acciones que marquen una diferencia positiva en el mundo, ya que sabemos que nuestro trabajo no es en vano en el Señor.
En última instancia, la promesa de la venida de Cristo nos anima a mantenernos fieles en nuestra fe y a vivir con esperanza y confianza en un futuro mejor. A medida que enfrentamos los desafíos del mundo actual, podemos encontrar fortaleza en las palabras del apóstol Pablo en Romanos 8:18:
«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse».
Finalmente, la venida próxima de Cristo es un recordatorio constante de que nuestra esperanza no se basa en las circunstancias actuales, sino en la promesa eterna de Dios. Nos invita a vivir con anticipación y alegría, a enfrentar los desafíos con valentía y a invertir nuestras vidas en acciones significativas.
A medida que aguardamos su venida, recordemos las palabras de Jesús en Apocalipsis 22:20: «Ciertamente vengo en breve». Que esta verdad nos inspire a vivir cada día con un sentido profundo de expectación y esperanza, sabiendo que el mejor está por venir.