1 Oh Dios, acude a librarme;
Oh Jehová, date prisa en socorrerme.2 Sean avergonzados y confundidos
los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados
los que mi mal intentan.3 Sean vueltos atrás luego
en pago de su afrenta, los que dicen:
¡Ah, ah!4 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,
y digan siempre los que aman tu salvación:
¡Engrandecido sea Dios!5 Mas yo estoy afligido y necesitado;
Date prisa, oh Dios.
Ayuda mía y mi libertador eres tú;
Jehová, no te detengas.Salmos 70 (RVR1960)
Reflexión:
El Salmo 70 refleja una profunda urgencia en la oración del salmista. En momentos de aflicción y necesidad, recurrimos a Dios con un clamor apremiante, y este salmo es un ejemplo de cómo podemos expresar nuestras preocupaciones ante Él.
En el versículo 1, el salmista clama a Dios con un pedido urgente de ayuda. La necesidad es tan apremiante que implora que Dios se apresure en socorrerlo. A menudo, en situaciones de dificultad, también nos encontramos clamando a Dios en busca de alivio inmediato.
El versículo 2 revela la adversidad que enfrenta el salmista, con aquellos que buscan su vida y desean su mal. La vida puede presentar desafíos y oposiciones, pero podemos confiar en que Dios es nuestro defensor y protector.
A pesar de la angustia, el salmista encuentra esperanza en Dios. En el versículo 4, expresa su deseo de que todos los que buscan a Dios se regocijen y alaben Su salvación. Esta es una hermosa lección: incluso en medio de la aflicción, podemos encontrar gozo en la presencia y el poder de Dios.
El salmo concluye con un recordatorio de la urgencia en la oración. En el versículo 5, el salmista insiste en que Dios no se detenga, sino que acuda a ayudar y ser su libertador.
Hoy, si te encuentras en una situación de urgencia o necesidad, sigue el ejemplo del salmista y clama a Dios con sinceridad. Él es nuestro refugio y defensor en tiempos de aflicción. Confía en que Dios escucha tus oraciones y actúa en tu favor, y encuentra consuelo en la seguridad de Su presencia constante en tu vida.