La primera esposa de Stephen Hawking ha publicado en España su libro “Hacia el Infinito”, lleno de memorias en donde narra los acontecimientos vividos durante los 25 años de matrimonio que tuvo con uno de los más célebres astrofísicos de la historia.
En una de las entrevistas que le realizaron da a conocer que de forma paradójica, la fe religiosa se constituyó como el pilar que le ayudó a cuidar a su esposo ateo con el que compartió varios momentos agradables. Cuando recibió la noticia que su marido se encontraba entre el borde de la muerte, solo pudo susurrar: “Por favor, Señor, que Stephen se encuentre vivo”.
Como las veces anteriores la esposa del científico más famoso del mundo se aferró a Dios, el Dios en el que había creído todo el tiempo y en el que puso su esperanza para resistir las adversidades del ateísmo ferviente de esposo convaleciente. Era normal cuando ella escuchaba la forma en la que se burlaba de las supersticiones religiosas, debido a que la única diosa de Stephen fue la Física.
Jane Hawking en su libro de memorias nos remonta a los sucesos que tuvieron lugar desde hace casi 30 años atrás en Ginebra. Durante el verano de 1985 una neumonía virulenta dejó al profesor en coma, mientras participaba en CERN, una escuela de verano.
Fue tanto el daño que tenía que los médicos dieron a entender que no había nada que hacer, solo esperando la autorización de Jane para desconectar la respiración artificial que lo mantenía vivo y así no dejar que sufriera en lo mínimo.
Sin embargo, Jane se negó a desconectarlo: “Era impensable desconectar el respirador. ¡Qué final más ignominioso para la lucha por la vida! ¡Qué negación de todo por lo que hasta yo había luchado! Solo dije: Stephen debe vivir”.