Algo es seguro en el Reino de Dios, ningún Servicio es mayor que otro, es más todos hemos nacido para servir y no ser servido. Cuando por nuestro ego nos exaltamos y creemos que ya no debemos servir cometemos un grave error.
Recordemos que Dios ve de lejos al altivo, pero al que se humilla y sirve de corazón lo mira de cerca y agrada al corazón de Dios. En conclusión, todos somos iguales, para Dios todos somos sus hijos y todos tenemos nuestras propias cualidades y defectos.
Romanos 12:11 dice: «No sean perezosos en lo que requiere esfuerzo. Sean fervientes en el espíritu. Sirvan al Señor.»
Este versículo, en su sencillez, lleva consigo una profundidad de sabiduría que puede aplicarse a múltiples aspectos de nuestras vidas. La exhortación a no ser perezosos en el trabajo sugiere una vida caracterizada por la diligencia y la dedicación en todas nuestras tareas y responsabilidades.
Más allá de solo el contexto del trabajo secular, esta invitación también se extiende a nuestra vida espiritual, relaciones, y en cómo nos acercamos a la vida diaria.
El fervor en el espíritu sugiere una pasión y entusiasmo por las cosas de Dios. Este fervor espiritual es el combustible que nos impulsa a perseverar y a superar los desafíos que enfrentamos en nuestro caminar con Dios.
La fervorosidad en el espíritu es esencial para mantenernos anclados en medio de las tormentas de la vida y para mantener encendido el fuego de nuestro amor y devoción a Dios.
Servir al Señor no es meramente una elección, sino un modo de vida. Servir implica poner nuestras vidas, talentos, y tiempo a disposición de Dios y de los demás. Al servir, mostramos un amor práctico que refleja el amor sacrificial de Cristo.
En un mundo donde prevalece el individualismo y la autosuficiencia, servir al Señor es un recordatorio constante de nuestra dependencia de Dios y nuestra interconexión con los demás.
Esta instrucción de Pablo nos anima a vivir con propósito y pasión, poniendo todo nuestro esfuerzo y entusiasmo en cada aspecto de nuestras vidas, especialmente en nuestra relación con Dios.
Al adoptar un espíritu de servicio y fervor, estamos eligiendo vivir de una manera que honra a Dios y beneficia a los demás, siendo luces brillantes en un mundo a menudo oscurecido por el egoísmo y la apatía.
En conclusión, Romanos 12:11 es un llamado potente y enriquecedor a vivir con diligencia, fervor y servicio. Es un recordatorio de que la pasión y la dedicación en nuestra relación con Dios y en el servicio a los demás son fundamentales para una vida cristiana fructífera y significativa.
Al seguir estos principios, no solo enriquecemos nuestras vidas, sino que también impactamos positivamente a las personas a nuestro alrededor y reflejamos el amor y la gracia de Dios en el mundo.
La palabra de Dios dice:
Romanos 12:11 | NVI |
Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
Marcos 9:35 | NVI |
Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Esperamos que estos textos hayan sido de bendición. Ayúdanos evangelizando, comparte este contenido en tus redes sociales y juntos llevemos palabras de aliento.