Querida amiga hoy te comparto esta reflexión que, como siempre, nos deja una enseñanza. Espero te sea de bendición.
Un hombre obtuvo como regalo un boleto para un viaje en crucero. Al entrar a la inmensa embarcación, un empleado le dio unas hojas con información; debía firmar en una de ellas y quedarse con las demás. El hombre firmó la hoja y la dio al empleado. Dobló las demás hojas y las guardó en su bolsillo sin darles importancia, escuchó a medias las instrucciones y entró.
Durante cada día de la travesía disfrutó lo que pudo porque a pesar de estar en el viaje de sus sueños, se sentía desdichado. Pasaba frente a los banquetes que servían para los pasajeros; los olores deliciosos de la comida le hacían doler el estómago porque no podía disfrutar de ellos; se sustentaba con el pan que llevó para el viaje (Que cada vez era más duro y escaso).
Observaba de lejos los eventos de entretenimiento sin poder entrar y se mantenía al margen de todo porque pensaba «Eso no es para mí, no tengo derecho. Debieron pagar un boleto más caro.»
Al final del viaje, el mismo empleado se acercó y le preguntó: «¿Qué tal su viaje? ¿Disfrutó el recorrido?».
El hombre respondió con tono de insatisfacción: «Muy poco, hubiera estado mejor si mi boleto hubiera incluido alimentación y entretenimiento».
El empleado extrañado de la respuesta le dijo: ¿Pero acaso no sabía que su boleto era todo incluido? Usted mismo firmó y yo le di la información con horarios de servicio bufé y de entretenimiento. También tenía servicio a la habitación y muchos otros beneficios. Lamento que no lo haya disfrutado señor.
Aquel pobre hombre al escuchar, casi se cae de vergüenza. Todo el tiempo tuvo la información a su alcance, pero nunca la leyó y por eso no pudo disfrutar de todo a lo que tenía derecho.
¡Dios te da todo incluido!
¿Sabes? Nos pasa lo mismo con la Biblia. Ella contiene innumerables promesas y valiosa información para hacer más placentero nuestro viaje de la vida. Nos detalla todo aquello que está reservado para los hijos de Dios. Te cito dos ejemplos (de muchos)
“Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.” Salmo 23:5
“Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan” Salmo 37:5
¿Acaso estas palabras no traen alivio a tu alma en momentos difíciles? Si crees lo que ahí está escrito, sin duda, disfrutarás de la provisión divina justo cuando más lo necesites. En el Nuevo Testamento también aparecen muchas promesas, te cito una:
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Romanos 8:32
Te pregunto ¿No será que nos estamos perdiendo grandes beneficios por no leer la Palabra de Dios detenidamente? Quizá hay cientos de promesas que están esperando a que las conozcas y las creas en fe. Para ello, te animo a que hagas de la lectura bíblica, un hábito en tu día a día. Sin duda, tu viaje en esta vida será más placentero.
El boleto que Jesús pagó lo incluye todo. Ojalá lo aprovechemos al máximo.