«Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.» 2 Corintios 12:9-10 (RVR1960)
En momentos de debilidad, a menudo nos sentimos impotentes y desesperados. Sin embargo, la Escritura nos enseña que en nuestras debilidades, encontramos la oportunidad de experimentar la fortaleza de Dios de una manera poderosa.
El versículo clave, 2 Corintios 12:9-10, nos muestra la respuesta de Dios a las oraciones de Pablo para que se le quitara un «aguijón en la carne». En lugar de eliminar su debilidad, Dios le dijo que Su gracia sería suficiente, y que Su poder se perfeccionaría en esa debilidad.
Esto nos recuerda que nuestra dependencia en Dios es esencial, y Su poder se manifiesta en nuestros momentos de mayor necesidad.
Otro pasaje que resalta este tema es Isaías 40:29 (RVR1960), que dice: «Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.» Cuando nos sentimos débiles, podemos acudir a Dios en busca de fortaleza y encontrarla en abundancia.
La historia de David y Goliat en 1 Samuel 17 también ilustra cómo Dios puede usar nuestra aparente debilidad para manifestar Su gloria. David, un joven pastor, derrotó al gigante Goliat con una piedra y una honda, demostrando que la verdadera fortaleza proviene de Dios y no de nuestras propias habilidades.
Hoy, cuando te enfrentes a la debilidad, recuerda que es en esos momentos que puedes experimentar la fortaleza sobrenatural de Dios. Confía en Su gracia, busca su ayuda y descubre que cuando eres débil, en Él eres fuerte.