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Jesús y sus Discipulos Dibujos Animados

Las Sagradas Escrituras nos enseñan sobre la vida de Jesús y sus amigos más cercanos, sus discípulos. Pero en los evangelios se nos narra cómo los llamó a seguirlo. Esta es la historia de Jesús y sus Discípulos en dibujos animados.

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Pedro

También conocido como Simón, fue uno de los discípulos más cercanos de Jesús. Su historia comienza cuando Jesús lo llama a seguirlo mientras pescaba en el mar de Galilea: «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.» (Mateo 4:19). Pedro y su hermano Andrés dejan sus redes y siguen a Jesús.

A lo largo de los evangelios, Pedro demuestra ser impulsivo y a veces cuestiona a Jesús. En una ocasión, Jesús le dijo: «Apártate de mí, Satanás; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.» (Marcos 8:33), debido a que Pedro trató de disuadirlo de ir a Jerusalén.

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Pedro es conocido por haber negado a Jesús tres veces antes de la crucifixión, tal como Jesús lo había predicho: «Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.» (Marcos 14:30). Sin embargo, después de la resurrbección de Jesús, Pedro se arrepiente de su negación y se convierte en un líder en la iglesia primitiva.

También es conocido por haber sido el primero en predicar el evangelio después de la resurrección de Jesús: «Pedro se levantó con los Once, elevó la voz y les habló así: … A éste lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día.» (Hechos 2:14-15, 23-24).

Pedro continuó su liderazgo en la iglesia, y escribió dos epístolas en el Nuevo Testamento. Su historia es un testimonio de la gracia y el perdón de Dios, y su dedicación a la causa de Jesús a pesar de sus debilidades humanas.

Andrés

Fue uno de los doce discípulos de Jesús y hermano de Pedro. Su historia comienza cuando fue discípulo de Juan el Bautista, quien le presentó a Jesús: «He aquí el Cordero de Dios» (Juan 1:29).

Andrés se convirtió en seguidor de Jesús y lo llevó a su hermano Pedro: «Hemos hallado al Mesías» (Juan 1:41). Jesús llamó a Pedro y Andrés a seguirlo, y ellos dejaron sus redes para seguirlo: «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres» (Mateo 4:19).

Fue testigo de muchos milagros y enseñanzas de Jesús, incluyendo la alimentación de los cinco mil: «Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?» (Juan 6:9). También fue uno de los discípulos que preguntó a Jesús acerca del fin de los tiempos: «Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas?» (Marcos 13:4).

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Después de la resurrección de Jesús, Andrés y los otros discípulos fueron comisionados a predicar el evangelio a todas las naciones: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15).

Continuó su ministerio y predicó en regiones de Asia Menor y Grecia, donde finalmente fue martirizado por su fe en Jesús. Su historia es un ejemplo del poder de la fe y cómo un simple acto de llevar a alguien a conocer a Jesús puede cambiar la historia de la salvación.

Judas Iscariote

Judas Iscariote fue uno de los doce discípulos de Jesús, pero a diferencia de los otros discípulos, Judas traicionó a Jesús y lo entregó a las autoridades romanas y judías por treinta piezas de plata (Mateo 26:14-15).

El evangelio de Juan señala que Judas tenía una tendencia hacia el robo y no se preocupaba por los pobres (Juan 12:6). La traición de Judas fue predicha por Jesús durante la Última Cena: «El que come conmigo ha puesto su mano conmigo en el plato. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido» (Marcos 14:20-21).

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Después de la traición de Judas, se arrepintió y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y ancianos, pero ellos se negaron a aceptarlas. Judas se sintió tan atormentado por su traición que se suicidó ahorcándose (Mateo 27:3-5).

La historia de Judas es un recordatorio de los peligros de la avaricia y la traición, y la importancia de mantenerse fieles a nuestra fe. También es una lección sobre el poder del arrepentimiento y la gracia de Dios, ya que incluso Judas, que traicionó a Jesús, podría haber encontrado el perdón si se hubiera vuelto a Dios en arrepentimiento.

Mateo

Mateo, también conocido como Leví, fue un recaudador de impuestos y uno de los doce discípulos de Jesús. Su historia comienza cuando Jesús lo llama a seguirlo mientras trabajaba en su oficina de impuestos: «Sígueme» (Mateo 9:9).

Organizó un gran banquete para Jesús en su casa, y allí se encontraron con otros recaudadores de impuestos y pecadores. Los fariseos y los escribas criticaron a Jesús por comer con ellos, pero Jesús respondió: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2:17).

Mateo continuó como discípulo de Jesús y fue testigo de muchos milagros y enseñanzas de Jesús. Después de la resurrección, Mateo fue comisionado por Jesús a predicar el evangelio a todas las naciones: «Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones» (Mateo 28:19).

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Escribió el Evangelio que lleva su nombre, donde relata la vida, enseñanzas y milagros de Jesús. Él enfatizó la importancia de la justicia y la misericordia de Dios, y cómo Jesús vino a cumplir las profecías del Antiguo Testamento.

La historia de Mateo es un recordatorio del poder transformador de Jesús y cómo Él puede llamar a cualquiera, independientemente de su pasado o profesión, a seguirlo y ser parte de su obra en el mundo.

Simón

Simón el Zelote, también conocido como Simón el Cananeo, fue uno de los doce discípulos de Jesús. No se sabe mucho acerca de su vida antes de su llamado por Jesús, pero se cree que fue miembro del grupo de los zelotes, un movimiento político que buscaba la independencia de Israel del dominio romano.

A lo largo del ministerio de Jesús, Simón estuvo presente en muchas de sus enseñanzas y milagros. Después de la resurrección de Jesús, Simón y los otros discípulos recibieron el mandato de difundir el evangelio en todo el mundo.

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Se cree que Simón predicó en Persia y en África del Norte, donde finalmente murió como mártir. Según la tradición cristiana, fue asesinado con una sierra durante una persecución de cristianos en Egipto.

La historia de Simón el Zelote nos recuerda la importancia de renunciar a nuestras agendas políticas y personales para seguir a Jesús y su llamado a difundir el evangelio. También nos inspira a ser fieles a nuestra fe, incluso en medio de la persecución y el sufrimiento, y a estar dispuestos a sacrificar todo por el nombre de Jesús.

Juan

Fue uno de los doce discípulos de Jesús, conocido como «el discípulo amado». Juan y su hermano Jacobo fueron pescadores en el Mar de Galilea antes de ser llamados por Jesús a seguirlo (Mateo 4:21-22).

Juan fue testigo de muchos milagros y enseñanzas de Jesús, incluyendo la resurrección de Lázaro (Juan 11) y la transfiguración de Jesús en el Monte Tabor (Mateo 17:1-9). Durante la Última Cena, Juan estaba sentado junto a Jesús y es quien Jesús encomienda cuidar a su madre, María, después de su muerte (Juan 19:26-27).

Después de la resurrección de Jesús, Juan y los otros discípulos fueron comisionados a predicar el evangelio a todas las naciones: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15).

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Juan es conocido por haber escrito el Evangelio de Juan, tres cartas y el libro del Apocalipsis. Su evangelio se centra en la importancia de la fe en Jesús como el Hijo de Dios: «Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios» (Juan 1:12).

Juan también habla del amor de Dios y la importancia de amar a los demás: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros» (Juan 13:35).

La historia de Juan es un recordatorio de la importancia de la fe en Jesús y el amor a los demás en nuestra vida cristiana.

Judas Tadeo

Judas Tadeo, también conocido como Tadeo o Lebeo, fue uno de los doce discípulos de Jesús. Es mencionado en los evangelios de Mateo y Marcos como uno de los apóstoles, pero no se le menciona con frecuencia en los Evangelios.

En el Evangelio de Juan, Judas Tadeo hace una pregunta a Jesús durante la Última Cena: «Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros y no al mundo?» (Juan 14:22).

Después de la muerte y resurrección de Jesús, Judas Tadeo fue comisionado junto con los otros discípulos a predicar el evangelio. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se le menciona como uno de los apóstoles que oraron juntos en Jerusalén después de la ascensión de Jesús (Hechos 1:13).

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Judas Tadeo es conocido por ser el autor de la carta de Judas en el Nuevo Testamento, que exhorta a los cristianos a mantenerse firmes en la fe y a evitar la influencia de los falsos maestros: «Queridos amigos, aunque tenía mucho deseo de escribiros acerca de la salvación que compartimos, me he visto obligado a escribiros para rogaros que contendáis ardientemente por la fe que una vez fue entregada a los santos» (Judas 1:3).

La historia de Judas Tadeo es un recordatorio de la importancia de permanecer firmes en la fe y resistir la influencia de los falsos maestros. Además, nos enseña que cada uno de los discípulos de Jesús tenía un papel importante en la propagación del evangelio y que sus contribuciones no deben ser pasadas por alto.

Bartolomé

Bartolomé, también conocido como Natanael, fue uno de los doce discípulos de Jesús. Según el Evangelio de Juan, cuando Felipe le dijo a Bartolomé que habían encontrado al Mesías, Jesús de Nazaret, Bartolomé inicialmente expresó su escepticismo:

«¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Juan 1:46). Pero cuando Jesús lo vio, dijo: «Aquí hay un verdadero israelita en quien no hay engaño» (Juan 1:47).

A lo largo del ministerio de Jesús, Bartolomé estuvo presente en muchas de sus enseñanzas y milagros. Después de la resurrección de Jesús, Bartolomé y los otros discípulos recibieron el mandato de difundir el evangelio en todo el mundo.

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Se cree que Bartolomé predicó en la India y en Armenia, donde finalmente murió como mártir. Según la tradición cristiana, fue desollado vivo y decapitado por su fe en Cristo.

La historia de Bartolomé nos recuerda la importancia de tener una mente abierta y estar dispuestos a aceptar la verdad, incluso si va en contra de nuestras propias ideas preconcebidas. También nos inspira a perseverar en la fe, incluso cuando enfrentamos la persecución y la adversidad.

Felipe

Felipe fue uno de los doce discípulos de Jesús, elegido personalmente por él para seguirlo. Según el Evangelio de Juan, Felipe era de Betsaida, la misma ciudad que Pedro y Andrés (Juan 1:44).

Poco después de que Jesús lo llamara a seguirlo, Felipe fue a buscar a su amigo Natanael para presentarle a Jesús. Natanael inicialmente dudó, pero después de encontrarse con Jesús, se convenció de que Jesús era el Mesías prometido (Juan 1:45-51).

También fue testigo de varios milagros y enseñanzas de Jesús. En una ocasión, Jesús alimentó a una multitud de más de 5,000 personas con solo cinco panes y dos pescados, y Felipe fue el encargado de conseguir comida para la multitud (Juan 6:5-7). En otra ocasión, unos griegos se acercaron a Felipe para pedirle que les presentara a Jesús, lo que sugiere que Felipe era visto como un intermediario entre Jesús y los gentiles (Juan 12:20-22).

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Después de la resurrección de Jesús, Felipe se dedicó a la predicación del evangelio y realizó milagros en nombre de Jesús. Según la tradición cristiana, Felipe viajó a Frigia y murió allí como mártir.
La vida de Felipe nos recuerda la importancia de llevar a otros a Jesús y estar dispuestos a servir y compartir el amor de Dios con los demás.

Jacobo

Jacobo y su hermano Juan eran pescadores en el Mar de Galilea cuando Jesús los llamó para que fueran sus discípulos. Jesús les dio el apodo «hijos del trueno» por su temperamento impetuoso (Marcos 3:17).

Fue uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús, junto con Pedro y Juan, y estuvo presente en varios eventos importantes, como la resurrección de la hija de Jairo y la Transfiguración de Jesús.

También fue testigo de la agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní antes de su crucifixión. Después de la resurrección de Jesús, Jacobo fue un líder de la iglesia primitiva en Jerusalén junto con su hermano Juan (Hechos 12:2).

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Según la tradición cristiana, Jacobo fue el primer apóstol en ser martirizado por su fe, cuando Herodes Agripa lo ejecutó con la espada en el año 44 d.C. (Hechos 12:1-2).

La vida de Jacobo nos recuerda la importancia de seguir a Jesús con fe y dedicación, incluso en tiempos de persecución y sufrimiento.

Santiago

También conocido como Santiago el Mayor, fue uno de los doce discípulos de Jesús. Antes de convertirse en discípulo, Santiago y su hermano Juan eran pescadores en el Mar de Galilea. Jesús los llamó mientras estaban en su barca y les dijo que le siguieran (Mateo 4:21-22).

Fue testigo de muchos milagros de Jesús, como la resurrección de la hija de Jairo y la curación del ciego Bartimeo. También estuvo presente en la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor, junto con Pedro y Juan (Mateo 17:1-9).

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Después de la resurrección de Jesús, Santiago y los otros discípulos fueron comisionados para predicar el evangelio en todas las naciones. En los Hechos de los Apóstoles, se le menciona como uno de los líderes de la iglesia primitiva en Jerusalén (Hechos 15:13).

Santiago también escribió una epístola en el Nuevo Testamento, donde enfatiza la importancia de la fe y la paciencia en la vida cristiana: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia» (Santiago 1:2-3).

Según la tradición cristiana, Santiago viajó a España para predicar el evangelio antes de regresar a Jerusalén, donde fue martirizado por su fe. Su historia nos recuerda la importancia de seguir a Jesús con fe y paciencia, y de estar dispuestos a sufrir por nuestra fe.

Tomás

También conocido como «el Dídimo» o «el Gemelo», fue uno de los doce discípulos de Jesús. Según el Evangelio de Juan, cuando Jesús les dijo a sus discípulos que iría a Jerusalén a morir, Tomás preguntó: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» (Juan 14:5). A lo que Jesús respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

Es quizás más conocido por su incredulidad después de la resurrección de Jesús. Cuando los otros discípulos le dijeron que habían visto al Señor resucitado, Tomás dijo que no creería hasta que pudiera ver y tocar las heridas de Jesús.

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Una semana después, Jesús se apareció de nuevo a los discípulos, incluyendo a Tomás, y le dijo: «Pon aquí tu dedo y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente» (Juan 20:27). Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» (Juan 20:28), reconociendo la divinidad de Jesús.

Después de la resurrección, Tomás continuó predicando el evangelio en India, donde según la tradición cristiana, murió como mártir.
La vida de Tomás nos recuerda la importancia de tener fe en Jesús, incluso cuando no podemos verlo físicamente, y de seguir compartiendo el mensaje del evangelio a pesar de las dificultades y la oposición.

Los discípulos de Jesús

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