«Y sabemos que en todas las cosas Dios obra para el bien de los que lo aman, de los que han sido llamados según su propósito.» Romanos 8:28 (NVI)
Reflexión:
Dios nos creó con un propósito divino en mente. En Efesios 2:10 (NVI), se nos dice: «Pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica».
Esta verdad fundamental revela que cada uno de nosotros tiene un papel significativo en el plan de Dios para el mundo.
El propósito en la vida cristiana comienza con una relación personal con Jesucristo. Jesús mismo declaró en Juan 10:10 (NVI): «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia». Nuestra vida encuentra significado y plenitud al seguir a Cristo.
Además, Dios nos llama a amar y servir a los demás. En Mateo 22:37-39 (NVI), Jesús enseña que el mayor mandamiento es amar a Dios con todo nuestro ser y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Servir a los demás es una forma importante en la que vivimos nuestro propósito en Cristo.
La Palabra de Dios, la Biblia, es una guía esencial para comprender nuestro propósito en la vida cristiana. 2 Timoteo 3:16-17 (NVI) nos dice que «toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra». La Biblia nos equipa y nos orienta en nuestro camino.
Finalmente, nuestro propósito incluye llevar a cabo la Gran Comisión de Jesús. En Mateo 28:19-20 (NVI), Jesús nos envía a hacer discípulos de todas las naciones, enseñándoles todo lo que Él nos ha mandado. Compartir el Evangelio y hacer discípulos es un llamado central en la vida del creyente.