Salmo 23: «El Señor es mi pastor; nada me falta.»
Reflexión:
El Salmo 23 es un faro de esperanza en medio de las tormentas de la vida. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, no estamos solos. El Señor, nuestro Buen Pastor, está con nosotros en cada paso del camino.
«El Señor es mi pastor; nada me falta.» Estas palabras evocan una profunda sensación de seguridad y provisión. El Buen Pastor conoce a sus ovejas individualmente, cuida de sus necesidades y las guía por pastos verdes y aguas tranquilas. En medio de las luchas y desafíos, Dios es nuestra fuente de sustento y consuelo.
«Aunque camine por valles tenebrosos, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo.» En la vida, enfrentamos valles oscuros y momentos de incertidumbre. Pero en la presencia del Buen Pastor, no tenemos que temer. Él nos acompaña, nos protege y nos da valentía para enfrentar cualquier adversidad.
«Tu vara y tu cayado me infunden aliento.» La vara del pastor corrige y guía, mientras que el cayado ofrece apoyo. Dios nos disciplina con amor y nos guía por el camino correcto. Su corrección es un acto de amor, y su apoyo es un regalo preciado.
«Preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos.» En medio de los desafíos y las luchas, Dios nos brinda su provisión. Su mesa es un lugar de comunión y bendición, incluso en la presencia de nuestros enemigos. Nos muestra que su gracia es suficiente en todo momento.
«Ciertamente el bien y el amor me seguirán todos los días de mi vida.» La bondad y el amor de Dios son inagotables. Nos persiguen día tras día, recordándonos que somos amados y cuidados por un Dios que es fiel en todo momento.